Los bosques cántabros han estado vinculados y asociados desde épocas pasadas a la explotación forestal. Sin embargo, la lejanía y la inaccesibilidad de las masas boscosas de la Mancomunidad Saja Nansa, va a favorecer que algunas de las manchas forestales se hayan conservado hasta nuestros días, como es el caso de Monte Aá.

Este bosque autóctono formado principalmente por cajiga (Quercus robur), y algunas manchas de haya (Fagus sylvatica) distribuido de manera aislada y más abundante en la ladera sur, debido a la condensación de nieblas de la Sierra del Escudo. Además de ésto, entorno al arroyo Monte Aá, existe una característica vegetación de ribera, constituida principalmente por alisos (Alnus glutinosa), sauces (Salix atrocinerea), avellanos (Corillus avellana), y algunos ejemplares de peral silvestre (Pyrus cordata) y de manzano silvestre (Malus sylvestris). En esta zona también encontramos acebales (Ilex aquifolium) y espinales (Crataegus monogyna).


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