Esta práctica deportiva que combina el ejercicio físico con el turismo atrae a numerosas personas a la región año tras año. La espectacularidad de sus parajes otorgan un gran atractivo hacia los ciclistas, que gracias a su enorme variedad, permite rodar desde el mar a la montaña. Pasando por sus pequeños valles únicos entre sí, el transcurrir del tiempo no ha afectado a la vida y costumbres de sus vecinos, fundiéndose los trabajos rurales con lo bucólico de sus pequeñas huertas y casonas, en donde el turista permanece absorto ante un lugar en el que se convive con las formas tradicionales, y en las que no faltan las comodidades propias del S.XXI. Todo ello engloba a la comarca dentro de un marco incomparable para el cicloturista, en donde el paisaje por el cual se trascurre a través de la naturaleza salvaje, ascendiendo en altura, o entorno a sus bosques, le invitan a volver de nuevo.