Mandadas construir por Alfonso VIII, las murallas son uno de los símbolos de la villa de San Vicente de la Barquera y un referente singular en los puertos del cantábrico.

Levantadas tras la concesión del fuero en el siglo XIII, encerraba el promontorio sobre el que se asentaba la parte antigua y principal de la villa. Fabricada en piedra de mampostería, es una edificación de escasa altura y grosor, lo cual pone de manifiesto su carácter fiscal y jurídico, más que defensivo.


En el territorio intramuros se situaba la ciudadela, donde habitaban los señores, clérigos y caballeros, dividida en Corro de Arriba y Corro de Abajo. Allí se encontraba todo el ente administrativo de la villa, se gobernaba, se cobraban tributos y se impartía justica. Por el contrario, fuera de la muralla se ubicaban el arrabal comercial de los mercaderes en las tenerías, y el arrabal de pescadores cerca del puerto.


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