En su interior custodia un sarcófago ricamente decorado, de estilo prerrománico asturiano, que muestra la antigüedad de este lugar.

La ermita de San Fructuoso de Lamiña se levantó entre los siglos XVII y XVIII sobre un antiquísimo monasterio y una necrópolis altomedieval, de la cual, tras una excavación arqueológica, se han encontrado nueve tumbas de lajas datadas en el siglo IX.


En el interior de esta ermita rural, única muestra que nos queda de lo que fuese el monasterio de San Fructuoso, destacan las pinturas murales de color rojizo que representan motivos animales y se conserva un sepulcro exento del siglo IX, una de las obras más importante y menos conocida del arte medieval de Cantabria.


El sarcófago de Lamiña, abundantemente decorada, se compone de una caja rectangular alta y estrecha, que es cubierta por una tapa de piedra con forma trapezoidal. En su decoración destaca una cruz procesional de estilo asturiano, rosetas con cuatro pétalos y varias esvásticas de cinco radios inscritas en circunferencias