Estos útiles eran fabricados de forma artesanal durante el invierno, cuando la actividad agrícola y ganadera exigía menos trabajo. Para su fabricación se utilizaban diferentes tipos de maderas procedentes de los bosques próximos: hayas, fresnos, avellanos, abedules o castaños. Aunque muchos de estos aperos estaban destinados al uso propio, la mayoría se fabricaba para venderse más tarde en Castilla, donde eran empleados para trabajar en los campos de cereal.

Una vez elaborados, se partía hacia tierras castellanas –muchos llegaban hasta Valladolid, Saldaña, Sahagún,- unos a pié otros en carro, recorriendo diferentes mercados donde poco a poco se iba vendiendo la mercancía elaborada. Muchas veces llegaban a pasar fuera de casa más de un mes, con el fin de poder vender toda la mercancía y poder regresar a casa con la mayor ganancia posible. Estos viajes se realizaban en unas condiciones muy precarias, se dormía en la intemperie y la comida no siempre era abundante, sólo ocasionalmente se descansaba en hostales o pensiones, ya que había que ahorrar todo lo posible.

La Garauja suponía una fuente de ingresos extra para las precarias economías rurales, las cuales se han mantenido hasta bien entrado el siglo XX, momento en el que se va produciendo la mecanización del campo castellano.

- Pico: Parte superior delantera.

- Papo: Curva frontal.

- Capilla: Pieza delantera superior que cubre los dedos.

- Boca: Abertura de la albarca por donde se introduce el pie.

- Flequillo:Rebaje que bordea la boca por la parte superior.

- Casa: Cavidad interior donde se introduce el pie.

- Calcañar: Parte trasera.

- Pies: Los tres soportes inferiores, dos delante y uno detrás, para colocar los tarugos.

- Tarugos: Tacos de madera que se colocan en la parte inferior de la albarca y que se van reponiendo cuando se desgastan o rompen al caminar.

Dentro de la Mancomunidad Saja Nansa, esta tradición se mantiene viva en pueblos de Polaciones, Lamasón, Rionansa, Los tojos, Cabuérniga, Ruente…. Destacando el caso de Carmona, conocida como “La flor de los albarqueros”, donde aún se pueden encontrar a lugareños artesanos elaborando albarcas en los portales de sus casas. En este pueblo, existe una escultura de bronce y piedra con la figura de dos albarcas, en recuerdo a Amado Gómez, leyenda en la elaboración de este calzado tradicional.

Actualmente, aunque su uso es escaso, la importancia de este calzado se deja ver en las diferentes ferias de ganado de la Comarca, manteniendo su valor etnográfico y tradicional, así como en el Ecomuseo de Cabuérniga, añadiéndole un valor cultural y turístico.